Otra vez Tesla

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Han pasado ya casi cinco meses desde que publiqué Tesla: las preguntas aburridas son las más difíciles, donde hablaba de la soberbia de Musk para con los analistas que siguen al valor y la delicada situación económico-financiera de la compañía de moda. Durante estos cinco meses, hemos asistido al dantesco espectáculo de ver al consejero delegado de Tesla amenizando una entrevista a golpe de whisky y marihuana, a sus delirios sobre la privatización de la compañía en Twitter, a la dimisión de su director financiero y, finalmente, a su propia caída previo pago de una multa de 20 millones de dólares a cambio de la retirada de los cargos presentados por la SEC, aunque seguirá siendo su director ejecutivo.

No soy ningún puritano y me parece bien que cada uno beba o fume lo que quiera, que para eso es su vida. Sin embargo, si algo me enseñó el tío Ben en Spiderman, al menos en la película, es que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. No me imagino a Pablo Isla o Ana Patricia Botín en una entrevista radiofónica fumando un porro o bebiendo whisky. Ni mucho menos tuiteando sobre algo tan serio como es la privatización de la compañía de la que son responsables en una red social con más de 320 millones de usuarios. Ha sido precisamente esto último lo que ha llevado a la SEC a presentar una demanda civil contra Musk alegando fraude bursátil.

Desde que el 7 de agosto cerrase a 379,57 dólares al calor de los polémicos tuits del CEO, la acción ha caído más de un 30 %, en un año marcado por la volatilidad . Mi opinión sigue siendo la misma que mantengo desde 2017 y reflejada en el artículo que escribí en Finect: compañía cara, muy intensiva en capital, con pérdidas año tras año, pésima situación financiera y con una brutal competencia que impediría el desarrollo de ventajas competitivas. Si Musk era Tesla, Tesla era Musk, y éste se tiene que hacer a un lado, Tesla pasará ser una compañía más que se dedica a la fabricación de coches eléctricos.

Al hilo de la competencia, esta semana leía que para Audi el coche eléctrico representará el 25 % de su negocio en 2025. Además del Audi e-tron, 100 % eléctrico, parece que llegarán dos nuevos SUV y otro coche eléctrico. Las alemanas Audi, Mercedes, BMW y Porsche competirán con la inglesa Jaguar o las norteamericanas Lucid y la mencionada Tesla por el dominio del mercado del coche eléctrico. En este campo tampoco hay que olvidar a una de las pioneras y que tan bien está sabiendo explotar el mensaje del coche no contaminante: Toyota. En 2017, la compañía japonesa anunció que lanzaría 10 coches eléctricos en tres años y firmó una alianza con Mazda y Denso para el desarrollo de este tipo de vehículos.

Desde el punto de vista técnico, el sector de la automoción es uno de los peores para invertir en términos de momentum, tanto en Europa como al otro lado del Atlántico. Esta situación probablemente ha sido ocasionada por la incertidumbre generada por la guerra comercial. Sin embargo, esta caída puede servir para encontrar valor en compañías europeas como BMW o Daimler. Por el contrario, Tesla, pese a su reciente caída, sigue estando muy cara. El precio que da David Whiston, analista de Morningstar que sigue a la compañía, como referencia para otorgarle las cinco estrellas al valor (infravaloración extrema) estaría por debajo de los 89,50 dólares. Es decir, deberíamos ver una caída del 50 % desde niveles actuales para que Tesla cotice a un precio “justo”. Sin embargo, el factor de calidad seguiría estando ausente y la incertidumbre en torno al mismo seguiría siendo máxima. Como el ego de Musk.

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